martes, 24 de noviembre de 2015

El caballo de terapia

La función del caballo consiste en la transmisión del calor corporal del caballo al cuerpo del paciente, la transmisión de impulsos rítmicos y la transmisión de un patrón de locomoción similar al de la marcha.La elección del caballo para la terapia no es cosa fácil, pues se debe tener en cuenta y evaluar tanto sus características físicas como su carácter y comportamiento para la exitosa realización de ésta.
  • Características físicas
Un caballo de terapia debe tener una conformación rectangular para tener espacio en su lomo para la monta gemelar (dos personas). Su lomo debe ser muy musculoso para tener suficiente resistencia para aguantar peso. Por último y esencial, el movimiento del paso y del trote debe ser rítmico y regular.
Si el perímetro torácico es menor de 2,12 m, genera en los pacientes un mayor desplazamiento vertical en su columna y una mayor inclinación lateral, por lo que el paciente trabajará más sus músculos al hacer un mayor esfuerzo al enderezarse.
Los caballos que realizan más de 85 pasos por minuto, generan en los pacientes un mayor desplazamiento vertical y horizontal y por tanto una adecuada y más pronta recuperación.
La altura del caballo debe estar entre 1m y 1,70 m.
  • Carácter y comportamiento:
-Caballo que genere confianza y se maneje fácilmente. De esta manera se creará el vínculo paciente-caballo-terapeuta, básico para la mejora del paciente.
-Debe ser sumiso, tranquilo, dócil… y que demuestre sensibilidad a la ayuda del jinete.
-Edad: normalmente el caballo con más de seis años de edad tendrá seguramente más madurez.
-Tratar de eliminar el temor natural que posee el caballo.
-Debe tolerar el ruido y los movimientos bruscos que pueda realizar la persona que esté encima de él y habituado a los objetos de la terapia.
-Debe mantenerse quieto cuando suba y baje el jinete.
-Debe tolerar bien el contacto con la piel, la presencia de varias personas a su lado o animales domésticos.
Para el entrenamiento de un caballo de terapia hay que dedicar muchas horas, no sólo para que el caballo se habitúe a todo aquello que se pueda realizar en terapia, sino también para que se acostumbre a los terapeutas y se genere un vínculo de confianza entre caballo y terapeuta. A pesar de ello, es un trabajo muy recompensado y disfrutado.

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